miércoles, 21 de septiembre de 2011

"Tiempo muerto" (tengo una noticia)

 

   "No me esperéis"... así comienzo por el final, y así me despido. Fui mi propia invención, y acabé inventando al hombre; el mismo que me reinventó y ya nada fue cierto: tiempo muerto, me apeo.

   Por la inteligencia.
   Por la sobrevalorada inteligencia.
   Por secar los ríos y explotar los mares hasta su mortal desenlace.
   Por esquilmar las selvas (lo más parecido al paraíso).
   Porque no hay culpables inocentes.
   Porque hay culpables.
   Porque hubo grandes maestros, artistas, músicos, científicos, filósofos y humildes hombres.
 Porque cada vez queda menos, y porque cada vez que desaparece un "grande", aparecen miles de estúpidos.
   Porque cuando aparece un "grande", aparecen millones de ciegos.
   Porque el sistema en el que vive el hombre, se desmorona al son desafinado del dinero: mercados, bancos, negocios y políticos.
   Porque me bajo, aunque no pare ésto. 
   Porque todo es un invento: tú, vosotros, nosotros... yo.
   Porque nunca existí, ni existiré.


  El hombre está condenado a ser libre, porque una vez que está en el mundo, es responsable de todo lo que hace.
                                                                            Jean Paul Sartre


miércoles, 14 de septiembre de 2011

El mar de Aral y Tordesillas, en el siglo XXI

  

  El mar de Aral from Rafa Ordóñez on Vimeo.


   Cando vi este documental en la 2 de Tv. española, me fue fácil imaginar una alegoría sobre el planeta tierra y su contagio por ese virus llamado "hombre". Ésto venía a ser como leer desde ese universo cuántico, lo que alguien escribió en el futuro:  este planeta es ahora   como Marte y su inerte materia al son del caos cósmico, sin nada que poder aportar, tal vez en miles de millones de años, y donde la vida tal como la hemos conocido, ha quedado extinta por obra y gracia del sobrevalorado "ser humano". Todo resquicio de selva tropical, caudalosos ríos y amplísimos mares que contenían vida como nunca antes se había visto, ha sido esquilmada en el breve espacio de tiempo al soniquete de la inteligencia humana y su cansino querer crecer y crecer... y multiplicar y multiplicarse: es igual a decir que la extraordinaria facilidad que tiene el hombre de complicarse la vida, está sólo a su alcance... que dijo el filósofo, del que lamento no recordar su nombre.

   Ahora sólo quedan restos de un naufragio de escala descomunal y en poco espacio de tiempo, cualquier visitante verdaderamente inteligente, con millones de años de evolución, le sería fácil visualizar lo acontecido: ahora las muñecas no son vestidas por las manos infantes de sus madres, ni la excavadora de juguete tampoco extraerá un sólo grano de tierra para construir un muro de contención del pantano imaginario de su ingeniero. Tampoco el dinero que fluía de mano en mano, como si de un río inagotable fuese, podrá ser gastado, invertido o deglutido por el banquero avaricioso... ni árboles que ofrezcan sombra al toro inocente de Tordesillas, sin lanceros en su rededor.



http://www.publico.es/espana/396149/treinta-minutos-de-agonia-para-divertir-a-tordesillas#infovotos3895234

   Si estás en contra de esta barbarie, entra en esta página web y haz valer tu firma.
http://www.rompeunalanza.com/index.php?reenviar=0

miércoles, 7 de septiembre de 2011

La vida (triste) de los peces

   Me veo en el ascensor en un viaje ascendente, casi interminable. Voy camino de casa y junto a mí, un pez que desprende el olor de un cigarrillo recién apagado... tal vez el único del bloque donde vivimos, que se atreve a fumar saltándose la normativa existente. Noto que es un pez como tantos otros, cuando observo de reojo su casi nulo movimiento (la estrecha cabina que nos contiene, no lo permite demasiado) y soy capaz de adentrarme en su transparente cerebro. Creo que se despide con un forzado adiós y yo le devuelvo una sonrisa tan natural, que se queda frito... visualizo su cuerpo de pez grasiento en cualquier plato de un restaurante barato adornado de su guarnición, pero no me gusta su apariencia.

   Hay peces de colores, en blanco y negro, con escudo y corona e incluso transparentes... peces que se mueven en las dos únicas direcciones que conocen: adelante y hacia atrás; para éstos, derecha e izquierda no existen. Otros, están condenados a picar el anzuelo por más que crean alejarse de la orilla, por más que se alejen en dirección contraria al barco pesquero y otros, en su huida, caen (la más de las veces) en las mandíbulas de los más grandes. También están los tiburones, que aunque éstos no son peces, se mezclan con ellos para tratar de engañarlos, y creo que siempre lo consiguen. Hay mastodónticos peces no-peces (que también lo parecen, y habitan con ellos mezclándose de forma confiada) que no saben que no son peces, pero son tan buenos, tan generosos...y pese a ser enormes, caen igualmente en la trampa que colocan  otros habitantes del acuario: los que no son peces...
    Los hay que creen caminar, que creen oir música cuando lo que oyen, son ruidos interiores con sonido de caracola marina; que creen que no son peces e incluso los que sin serlo, lo creen porque su acuario es demasiado pequeño. Me doy cuenta de ello, y miro a mi alrededor; mi acuario está adornado y creo escuchar música. Una foto de Mozart en la pared, me recuerda que lo que está sonando es música clásica. Aparece igualmente una imagen que parece ser una reprodución de un Klimt... recuerdo haber leído una gran cantidad de los libros que aparecen en las estanterías. Creo que es la memoria: lo peor de todo, es tener memoria... memoria de pez. Vida (triste) de pez.

    Cuando desperté, lo primero que hice fue apartar la sábana que debía cubrir mi cuerpo desnudo, para comprobar que no tenía aletas: al final de mi cuerpo encontré mis extremidades inferiores y dos pies con diez dedos...