miércoles, 18 de abril de 2012

Los elefantes no usan condón



   Los elefantes se han puesto a trabajar. Lo han hecho, y es que debido a su condición de elefantes, no conocen su situación frente al mundo que les contiene: están en peligro de extinción. Pero los elefantes, no utilizan el preservativo, como tal vez sí, debiera hacerlo  otro animal (éste sí, racional...), como es el hombre; el  que tanto hace por aumentar su plebe, aquel que abre sus brazos y cree que el mundo es demasiado grande, el mismo que atisba un planeta infinito... ¿instinto de supervivencia...?, tal vez; aunque éste no esté en peligro de extinción... o sí. 

   Ya sé que algún avispado me preguntaría "¿Y para qué sirven los elefantes...?"... pues eso me pregunto yo, aunque también le doy la vuelta, y me pregunto para qué sirve el hombre.  Podríamos pensar entonces, que si evitamos que estos gigantes (que sólo sirven para comer plantas y destruir bosques y sabanas), sigan procreando, evitaríamos que nos arrebatasen nuestro espacio magnífico de convivencia, nuestro "hábitat", nuestras casas con sus plazas de aparcamientos... ¿deberíamos acabar con todos ellos...?, ¿deberíamos acabar entonces con todas las especies del planeta, no vaya a ser que se nos quede pequeño...?

   Optaríamos en ese caso, puestos ya, de eliminar elefantes inservibles, por eliminar a políticos inservibles, líderes espirituales inservibles, gurús financieros inservibles... e incluso monarcas inservibles.
Yo me pregunto ¿para qué sirve un político, si no es para reducir tu "hábitat" cada vez más?  ¿Y un líder espiritual, no reduce tu hábitat igualmente? ¿Para qué sirve un banquero, si no es para lo mismo? ¿Para qué sirve un monarca...?
   ¿Son estas opciones éticas y/o morales...? ¿Lo son las primeras...?


Como dijo en su día Sor María, tras ser sorprendida en cuclillas, "Yo, para lo que me queda en este convento, me cago dentro".


   
 Observando la fotografía, se puede apreciar el miedo relativo, de los ocupantes en su silla de montar, ante una posible caída desde una altura tan considerable: ¡Como para romperse algo...! Y es que el elefante, no entiende de safaris. 

viernes, 6 de abril de 2012

Lluvia de abril: 2112



     Siempre me ha fascinado la lluvia, con  esos edificios antiguos, exhalando el vaho por sus poros pétreos. Los días de tono grisáceo, con amenaza de lluvia. Esa lluvia, que por más que tuviese la tentación del deseo contrario, sería inevitable y nada podría hacer para negarla...
   
   Como tan manido está el dicho aquel de "Nunca llueve a gusto de todos", diré que ahora me toca en gusto. Contento bajo la lluvia, cual niño saltando sobre un charco... Ya llegarán días soleados, días calurosos en tardes desérticas, la chicharra macho, y su canto a la hembra: la saeta del estío, que nosotros identificamos con la llegada del abrasador verano... pero ese, es otro cantar.

   Ahora más que nunca, bienvenida sea la lluvia. Esta lluvia de abril de 2112, en la que el agua, cae del cielo como a jarros. Jarreando que decimos por aquí... y no estoy hablando de ventiscas, tornados, ciclones o granizo (que ya se sabe que a nadie gusta...), sino aquel aguacero tan esperado y deseado; tras un invierno tan típico, o atípico; según se quiera mirar... como en los últimos cien años.



  He visto lloriqueos con moqueros de bordada seda, gimoteos, abrazos desconsolados y lágrimas verdaderas, cuando al jarrear, se miraba al cielo  y se adivinaba la grandeza del mismo: la borrasca esperada por todos, la borrasca descargando por su naturaleza; el apretón del cielo... lástima que estemos bajo su inevitable alivio, ya que no siempre se puede elegir la hora, ni el día... ¡Gracias abril, pues me toca el momento, me toca en el gusto! 
   Mañana, tal vez lloremos porque no llueva...